Arles

                                                                 


 

Atardecer de sonidos difusos,

el mirlo con su canto enamorado,

la paloma sujeta a sus arrullos,

melodías que evocan el pasado.

 

Rememoro el jardín de los deseos

donde solo el soñar no cuesta nada,

pequeño en el umbral del universo,

soportando la ausencia de mi amada.

 

Abro apenas los ojos al ocaso,

atardecer de nubes y embeleso,

dejándome caer entre tus brazos,

sorbiendo la ambrosía de tus besos.

 

Fue el resplandor sutil de la mañana

quien se llevó la estela de la dicha,

al escuchar perplejo en la alborada

el sonido fugaz de tu sonrisa.

 

                                                                                                     Las Matas, 5 de mayo de 2022

 

 

 

 

 

 

 

A través de los cristales por donde pasa el tiempo,

enlazando recuerdos, vivencias y pesares,

sujeto en los estribos del devenir oscuro,

musitando cadencias de momentos que huyeron,

alzo la vista al cielo implorando clemencia.

 

Recuerdo los arroyos y el croar de las ranas,

la tormenta en la tarde, refugio en los portales,

roce de la inocencia, impaciencia temprana,

rumor en las mejillas y el bullir de la sangre.

 

Transité los caminos estrechos del deseo,

nunca me sentí huésped de una sola posada.

Buscando compañía, me embargó el desconsuelo

al no encontrar la calma que insistente buscaba.

 

Hoy vivo en la esperanza del fluir de los días,

absorbo los minutos como si fueran horas,

veo cómo en un suspiro va escapando la vida

y espero ilusionado el fulgor de la aurora.

 

                                                                                                          Las Matas, 7 de mayo de 2022

 

 


En la suave planicie del amor pasajero

se esconden los suspiros y se esparcen los besos,

cantigas de otros tiempos resuenan en la era

agitando las ansias del que al amor espera.

 

Se oye el llanto profundo del amor traicionero

con la amarga tristeza que provocan los celos.

Llantos de amor herido, agonía del alma,

deja marchar la pena hacia la mar en calma.

 

En la plaza del aire suena el tamborilero,

baila sola en la tarde la niña que yo quiero.

Sus ojos son luceros que iluminan el valle,

su risa cascabeles que engalanan su talle.

 

Si yo volver pudiera a absorber la belleza

del ocaso de fuego sobre la carretera

y aquel amor tan puro, sutil como un suspiro,

retornara un minuto, ajeno a los latidos

del corazón que espera…

¡Ay! Si volver pudiera…

 

                                                                                                               Las Matas, 20 de octubre de 2021

 

 

 

 

Sol que alumbras la estela del último deseo,

que blanqueas la tristeza de aquel que nada espera,

ilumina la estancia donde se esconde el verso,

deja a la blanca luna derramar sus esencias.

 

Destinos escondidos en el desierto frío,

la Ruta de la Seda descubriendo el misterio

de un camino confuso, con diversos desvíos,

que lleva a la posada de los sueños perdidos.

 

Allí se oculta el alba tras las nubes oscuras,

se debilita el curso del río de la esperanza,

la flor del mediodía se esconde entre las brumas

de un futuro impreciso, cargado de amenazas.

 

El murmullo del agua

despierta en la alborada

al cestero de espumas

que huyó hacia la montaña

aquel nefasto día,

cuando encontró a su amada

en brazos de un amigo,

un amigo del alma.

 

                                                                                                          El Gorrero, 21 de octubre de 2021

 

  

                                                                                                   

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