POEMA DEDICADO


                                                                                      

Mari, ensoñación en la cuerda del laúd,

envuelta en los misterios del espacio ignoto

desgranando las cuentas de la dulce tristeza.

 

Quisiera ver tus ojos cuando la luz se apague,

tu figura ondulante que se escurre en el aire,

consolar la tristeza que acompaña la espera,

verte solo una vez como la vez primera.

 

La voz de la amargura taladra el viento oscuro,

me encierra en la alhacena donde se guarda el vino

que hace danzar al cojo y nubla los caminos.

 

Negra pena  en la tarde cargada de zozobra,

resuenan los acordes que ensanchan los deseos

de un futuro espacioso donde manda la aurora,

en el largo camino por donde pasa el verso.

 

Cantar al amor tierno de los primeros besos,

recordar con deleite los amores perdidos,

no entorpecer los pasos del amor verdadero,

acaparar caricias mientras llega el olvido.

 

Las Matas, 20 de noviembre de 2021





Tocaba el tamboril.

Tú me dijiste sí.

Eras una mariposa

de risa de abril.

Tocaba tu pelo,

ricitos de añil.

¡Quita, no me toques!

Yo te dije: Sí.

Tocaba el reloj

en la torre vieja

y tú me dijiste:

¿Ves cómo se queja?

Déjame que toque

tus labios de rosa,

déjame que pinte

tu verso en la sombra.

Anda, sal del baile,

quiero verte sola

en la plaza del aire.

Quiero que la brisa

tu bata levante.

Quiero ver tus piernas.

Anda, sal del baile.

Calla, no me digas

cosas en el baile.

¿No ves que de noche

me riñe mi madre?

Y tú con sonrisa

y yo con alarde.

Nosotros dos solos.

Solos en el baile.

Madrid, 16 de abril de 1967

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