CONTEMPLANDO EL TIEMPO QUE HUYÓ
Me
piden concreción en torno a mi pasado,
penumbras
de la historia pequeña de las cosas,
ráfagas
de miradas de aquellos ojos puros,
suspiros
en el viento de la inseguridad baldía,
miedo
a cerrar los ojos sin alguien a mi lado.
Presto
llega el verano de los catorce años,
descubres
los sentidos, absorbes las caricias,
sin
llegar a pensarlo, te asombran los relojes,
ves cómo pasa el tiempo sin parar un segundo,
contemplas
con asombro el tic-tac de la vida.
Has
de pasar el miedo a volar solitario,
entender
otras formas, otros mundos diversos,
subirte
en el andén del tren que nunca espera,
dejar
volar la mente y acariciar poemas.
Llega
la edad madura y es fría la mañana,
te
frenan los escollos de la monotonía,
pendiente
de las horas que atenazan la espera,
andar
sin rumbo fijo, no encontrar la salida.
Sin
darte cuenta apenas,
llega la edad postrera.
Finalizan
los días
y no encuentras futuro.
Oteas
el horizonte
y
divisas la nada.
Sólo
queda el pasado
cargado de presagios,
alegrías
y penas
del
amor enjaulado.
Sentado
en el balcón
de
sol y nieve pura,
contemplo
el bello ocaso
del
día resplandeciente.
¡
Ojalá esta belleza
acompañe
mis horas!
Atardecer en Las Matas
Ole, ole y ole. Me encanta. Sin palabras. No dejes nunca de regalarnos tus versos.
ResponderEliminar¡Cuánta belleza, cuánta verdad y cuánto sentimiento hay en sus versos! Siento profunda admiración por la forma en la que Vd. describe el curso de la vida con las angustias y miedos compartidos con tanta precisión en sus versos. Gracias por compartir. Saludos afectuosos, Antonio.
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