AL FINAL DEL CAMINO



Allá, al final del camino,

me encontré la dulce pena,

pena que endulza el olvido,

que libera mis cadenas.

 

Sentado en el ala oeste,

donde se oculta el suspiro,

con la mirada hacia el este:

Recuerdos de lo vivido.

 

Donde el camino se estrecha

abandono los despojos

que a mi alma no aprovechan.

Sólo deseo mis ojos.

 

Ojos para ver la aurora,

una a una, la alborada,

vivir lo que pueda ahora,

no pensar en el mañana.

 

Con la vista en el ocaso

se estremece el sentimiento

de los pasados fracasos,

de las bravatas al viento.

  

                                                                                           

Permanece el aire puro

que sopla tras los cristales

por los rincones oscuros

que conforman los pesares.

 

Largo el tiempo ya vivido,

corto e incierto el que resta.

Me alimento del olvido

de lo que no me interesa.

 

Así, pasando los días

que me depara el destino,

escucho las melodías

que acompañan mi camino.

 

Cuando se apague la llama

que sostiene los sentidos,

recuperaré la calma.

                                                                  Me alegro de haber vivido.                                                        

                                                                                            Las Matas, 29 de agosto 2020

 

 

 

 


                                                                                                        Laxe               




 

                                   Faro de Laxe





No puedo pedirte

que vuelvas a mí,

ni siquiera hablarte,

ni ver en la noche

tu cuerpo gentil.

Ya no puedo herir

con risas al viento,

ni escuchar los trinos

de tu dulce acento.

Ya todo está en sombra,

ya no hay frenesí,

ni amor, ni consuelo,

ni brisa de abril.

Ya solo me queda

soñar tardes muertas,

despertar al día,

mirar las estrellas.

Ver cómo se aman,

añorar la espera

y esperar el día...

esperar que vuelvas.

Pienso en una tarde

llena de caricias

en la paz del campo,

en la hierba herida.

Ansío la noche

de la despedida,

la última noche.

¡Ay noche bendita!

Pero ya se fueron

las dulces caricias

y la paz del campo

y la hierba herida.

Pájaro sin nido,

abeja sin flor,

voy tras los dolores

de mi corazón.

Madrid, 9 de abril 1967


 

                                                    Faro Roncudo

Comentarios

  1. Gracias por seguir compartiendo pedacitos de tu alma;-) Esta vez dos almas distintas, la madura de ahora y la fresca de tu juventud. Me encanta poder ver cada día más dentro de ti a través de tus versos. Te quiero papá.

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    Respuestas
    1. Me ha sorprendido gratamente el poema reciente (Agosto, 2020). Frescura en el lenguaje, rimado y sonoridad perfecta, sentimiento positivo hacia el pasado, sentimiento incierto hacia el futuro. Y, para acompañarlo, una musicalidad que contrasta con el mensaje que parece ofrecer. Un mensaje que, aunque es claro, es alegre, como esa musicalidad interna que ofrecen las palabras que utilizas.
      Gracias por compartir uno de tus poemas más agradables de leer, releer y comprender.

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    2. Hola, Antonio: Me alegro de que te haya gustado y, sobre todo, de saber de ti.¿Qué tal estás llevando estos meses? Espero que cuando pases por Madrid, no dejes de pasarte a saludarme y tomarnos un café. Un abrazo.
      Germán

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